¿Cómo quieres resolver tus conflictos?

Cuando estaba en el colegio fui víctima del famoso Bullying; estaba en un colegio grande donde muchas veces las diferencias se resolvían a golpes. Yo nunca he sido una persona agresiva ni que disfrute de las peleas, en realidad creo que nadie lo hace, y sufría mucho cada vez que tenía que defenderme con mis puños. Luego de pasar por algunas peleas y haber sido golpeado, comprendí que aunque quieras evitarla, la violencia es parte de nuestra vida. Decidí prepararme mejor para resolverla y fui a visitar un Dojo (escuela) de Aikido.

Al finalizar mi primera clase de prueba junto con otros alumnos nuevos, el Sensei (profesor) nos preguntó:

– ¿Qué han venido a aprender?

– He venido a aprender Aikido, respondí antes que los demás.

Otros dieron respuestas como «quiero defenderme» o «vine porque me contaron que el Aikido usa la fuerza del otro en su contra»…

– «Sus respuestas son buenas, puede ser que aprendan algo de eso aquí. Sin embargo, creo que les hace falta mucho más que una clase de prueba para comprender el verdadero significado del Aikido.»

– Y tú, ¿qué has venido a aprender aquí?, preguntó Sensei al único alumno nuevo que no dio una respuesta

– No lo sé Sensei.

– «Ah» dijo el Sensei. «¡Finalmente alguien con una respuesta honesta! Si no sabes para qué estás aquí, significa que ¿estás perdiendo tu tiempo? Estudiar Aikido nos ayuda a entender que mucho de lo que creo que sé, no funciona cuando la vida te pone a prueba. Las peleas son pruebas difíciles que debemos enfrentar, y cuando tenemos que defendernos mucho de lo que hacemos son respuestas poco pensadas y poco efectivas, actuamos de manera reactiva atrapados en nuestros impulsos. Y encima creemos que tenemos la razón. Aikido es un espejo que me ayuda a mirarme a mí mismo y darme cuenta de mis incongruencias así como de mis fortalezas y debilidades, Aikido nos enseña a estudiar las situaciones y tener una estrategia adecuada para resolver los problemas. En ese sentido, las peleas son una metáfora de los conflictos y problemas que atravesamos en la vida, son un excelente espacio de práctica porque no te dejan escape.»

El Sensei sonrió y dijo, “tu respuesta no es una mala respuesta. Es bueno entender que es mucho lo que no sabes, siempre que estés seguro de tu habilidad de aprender. Todos vienen a practicar esperando obtener algo, son muy pocos estudiantes quienes vienen con la idea de entregar.»

Todos nos miramos sorprendidos sin entender, y desde aquella primera clase siempre me pregunto: ¿qué era lo que Sensei quería que entreguemos?

Ahora ya no soy solamente un estudiante, me convertí en un Sensei. Mi escuela de Aikido se llama Kokoro, que quiere decir «Corazón» en japonés. El Aikido es un arte marcial de origen japonés que se distingue por movimientos delicados, suaves y fluidos, pero sumamente poderosos a la hora de combatir. La propuesta del Aikido es no competitiva y no violenta. El Aikido es heredero de prácticas de combate, por lo que aprendemos a defendernos siendo además una forma hermosa y dinámica de meditación cooperativa en movimiento. Aikido es una manera de estudiar la vida. En nuestra escuela practican niños, jóvenes y adultos. Practicamos con mucho Kokoro día a día para resolver nuestros conflictos y problemas sin dañar, cuidando la vida, y vamos aprendiendo a entregar lo mejor de nosotros en lo que hacemos.

Luego de todos estos años de estudio, mi respuesta a la pregunta de Sensei sería algo así:

“Al principio entrenaba Aikido para aprender a no pelear; ahora ya no me interesa tanto no pelear con otros sino aprender a no pelear conmigo mismo. Cuando dejas de pelear contigo mismo, comprendes que ya tienes todo lo que necesitas en la vida. Cuando sepas que tienes todo lo que necesitas, estarás listo para entregar a los demás. Mientras más des, habrá menos en ti que defender. Si llegas al punto donde no tienes nada que defender, descubrirás que nadie tiene el deseo de atacarte. Una vez que hayas experimentado esto, tu estudio del Aikido dará un giro y entonces, sólo entonces, estarás listo para llevar tu camino a una entrega permanente.»

Andrés Proaño, SenseiNidan de la Escuela de Aikido KOKORO

«El Aikido marcó mi vida porque me ha ayudado a defenderme y cuidarme; en el Aikido hay una técnica que se llama Ukemi que es rodar en el suelo de una forma segura, esta técnica me ayuda a no golpearme cuando me caigo. Una vez estaba yendo en bicicleta y había un hueco, me caí, pero hice un Ukemi y no me hice daño».

Simón, 12 años

(Pacha Mama)

«En Aikido una de las cosas que se aprende y más ayuda en la vida es el arte de dejar pasar, si se aprende correctamente se puede llegar a ganar una pelea sin tener que golpear al oponente. Está técnica me ayudó mucho en una situación que tuve con un chico que quería pelear conmigo, gracias a que deje pasar el no me pegó y yo no tuve que pegarle para resolver el asunto.»

Gabriel, 16 años

(Pacha Mama)